Hoy es el Día del Maestro Rural se celebra cada 9 de noviembre. Este día se definió así en homenaje a Ángela Peralta Pino. Contaba con la particularidad que brindaba clases desde una escuela rodante por el norte santafesino.
Fue Mercedes Paglialunga de Tuma, “Mecha”, quien dejó una huella imborrable en la Escuela del Sauce, la que popularmente se conocía como “la escuela de la soberana”.
“Mecha” se convirtió con el tiempo en una de las mujeres fundamentales de las letras de la región y el país.
Mercedes Plagialunga de Tuma “Mecha” fue una de las docentes que dejó una huella imborrable por su paso por Coronel Dorrego. Indudablemente identificada por su paso por la Escuela de “La Soberana” o, Escuela “Del Sauce”, como solía corregir ella misma.
Antes de llegar a la zona rural de
nuestro distrito tuvo un paso por la Escuela N° 19 en la localidad cabecera del
distrito, pero mucho antes el perfil definitivo de su vida comenzaba a
dibujarse en la infancia.
"A los cinco años robaba libros y
me escondía a leer", contaba hacia el final de su vida.
Escribió sus primeros versos en la
Escuela Normal, donde sus compañeros ya la reconocían como una poetisa. Siempre
lamentaba la destrucción del antiguo edificio de Brown y Villarino, pleno de
vitrales y mármoles, todo un símbolo de la ciudad de Bahía Blanca que se empujó
al olvido.
Esa “saudade” sobre su pago natal se
expresaba por el entubado del arroyo Napostá ("porque los sauces ya no
tienen dónde contemplarse").
Esa nostalgia se prolongaba por el cierre de la escuela rural
del paraje “El Sauce de la Soberana”, que dirigió durante mucho tiempo.
"Pocos años después de
casarnos y con mis tres hijos muy chiquitos, nos fuimos a vivir al campo. Me
nombraron directora del establecimiento y ese es mi alto honor, porque allí
aprendí de verdad a valorar al hombre", decía.
La maestra rural enviudó muy joven y permaneció
sola con sus niños en el campo. Sostenía que la juventud, cuando uno tiene un
universo por delante, "provoca que no se le tema a nada".
Aquella experiencia fue volcada
en el libro Las voces convocantes, que le valió
el reconocimiento del gobierno de la provincia de Buenos Aires por el material
histórico y el sentido de la obra.
Mercedes comenzó a estudiar Letras a los 40 años,
cuando el mayor de sus hijos ingresaba a la Universidad Nacional del Sur. Se
graduó de licenciada en Letras y fue magíster en Literatura Hispánica. Publicó “A
Neruda : (entre la magia de Santiago y el hábito de la isla Negra)”, “Antología
lunar” ,”El cáliz azul”, “De
rotaciones cósmicas, Desde la raíz”, “Desde la raíz”, “El disco
suspendido”, “Escudo - linaje - ara : entronque heráldico San Martín –
Escalada”, “Problemática temporal en el Quijote, El punto y el nudo : (cantos y
cuentos)” ,”Tiempos de Sur y de patria” y
“Las voces convocantes : (en torno a la escuela rural nº 15 : Coronel
Dorrego : 1945-1955)”.
Amaba a Manuel Belgrano y a la Madre
Teresa de Calcuta. Le encantaba la actriz Norma Aleandro y su sueño era visitar
Praga.
"Soy un alma. Estoy aquí, y
mientras esté tengo la convicción de que haré cosas", decía Mecha, por eso
jamás renunció a escribirle a todo lo que se le cruzó, y la conmovió, en su
camino por la vida. Por eso, cómo no creer que antes de morir por su mente haya
pasado esa frase que la tanto la entusiasmaba: "No más de amar, la
vida la voy gastando, persigo un alto premio, morir amando".
Nunca se olvidó de Dorrego, nunca se
desvinculó de la gente de “La Soberana”, el tiempo trajo un lazo de amistad
paisana con la Peña Nativista y ella prestigió los Juegos Florales Sureños con
su permanente colaboración:
Quizás en “Radiografía Elemental” haya
quedado reflejado para siempre el amor a esta porción de la pampa.
I
Viene
desde remotos tiempos húmedos
a la
aurora gradual de los recuerdos,
un
lunario de trigos lo circundan
en un
goce de círculo perfecto.
Con
rumor de cencerros los caballos azules
traen
frescura a su historia revivida. En la mañana misma
se
vuelven golondrinas. Las guitarras festivas desangran
desde
sus ojos cíclopes las notas de las zambas
en las
cuerdas tendidas hacia el eco torcaz de las vidalas …
Su
semen inicial fue la baquía, su fuerza original,
viril
encuentro, se desplegó en malambos varoniles,
corrió
con su cansancio polvoriento por la bota curtida,
subió
los tientos del coraje y se aquietó sentida
en un
bendito ante una cruz de ñandubay clavada
en los
rincones grises de la ausencia …
De un
pájaro nomás copió la forma alada,
reunió
sus elementos en el barro propicio
con
densos pajonales que guardaban calor de tibio sol
en el
invierno y frescura de aguadas en Enero.
Sutil
como la casa del hornero, fogón abierto,
corazón
con perfume, pozo anclado. Delante de ese hueco
un laberinto de senderos se cruzaban …
Rancho,
te
estoy nombrando en el espacio verde, sólo, inmerso.
Era
bueno llegarse hasta el palenque,
desenvolver
los lazos del silencio y contar las Marías
en el
tamaño austral del sentimiento.
Era un
tiempo mítico, no era el tiempo de lo tuyo y lo mío.
Era
tiempo de patria y la patria en el tiempo. Cuando
el
oficio de ser hombres eran de Hombres
en los
graves y estáticos desiertos desmelenados
por la
sed interna. Tiempo de pronombres y protohembras,
con
arroyos mañeros que después se llamaron: Las Mostazas,
Quequén
, Cristiano Muerto …
Las
mujeres tenían que defenderse del brillo de las miradas
o
doblegar su sexo ante el dictado fuerte de la sangre,
multiplicar
sus venas y sus panes de constantes tangenciales;
los
hijos, amasados con barro, apenas despuntaban ya partían,
unos
detrás de la muerte, otros detrás de la vida;
el
desierto y la lucha, sin más alternativas.
Por
ellos escapaban los cachorros baguales
y el
llanto reprimido de las madres, añadido
a la
angustia de su pan sin pretérito ni presente,
pero
augurado en la forma amasada del futuro…
Se
amojóno el silencio, en el encierro de la tierra aborigen
murieron
bolas y surgieron sueños.
De
pronto algún fortín selló en su caja el tiempo nuevo.
Los
centauros crearon tu universo.
II
Después
con un trote cansado se borraron
con la
golilla bajo sus pañuelos los Don Gómez,
Don
Giles, Don Moncada, Doña Juana la vieja curandera…
y
algunos patronímicos se deshojaron al volverse
don
cielo, doña tierra, don nadie…
Se
limitó el espacio conquistado, se repartió la tierra,
nacieron
las querencias en un marco de nuevas peripecias.
Tal vez
rodó la sombra de Chumarra robándoles a los indios
sus
preseas, o se distorsionó la yerra abierta y el rodeo
infinito
se encerró entre tranqueras que paso a paso
apuntalaban
sendas.
Surgió
suprasensible la esfumada inicial del campanario
con
unánimes y hondas campanadas. Un cura gaucho
clavó
el palenque en la portada misma listo para un entierro,
algún
bautizo, una boda sencilla con el olor del campo,
con
simientes, con granos, con rocios, con adioses
rezados
en suspenso …
Se fue
cercando lentamente el pueblo, pero el olor llegaba
verde,
pleno y desde aquel rincón hueco con cruces
retornaban
los rústicos abuelos. Rodeo de sombras desde
el pago
eterno. A veces, en las sombras, conversaban:
en esta
soledad salen los huesos que la humedad carcome,
y la
tristeza del olvido aumenta:
- Se me
acuerda, Don Zoilo, del rodeo con hacienda guampuda
hasta
los cerros?
- Esa
noche charlamos con el agua sobre chapeado caroneando
sueños
-
- ! Hay
tantos forasteros en el pago ! Quién se acuerda
de las
bravas domadas campo abierto ? Los píales parecían
dibujados
- El cuchillo amansado en los fogones
y la
ternura guitarreando endechas mientras volaban
cardos
por las noches en todos los agostos del invierno -
-
Eramos nervio y fuego -
III
Pero
quedó la esencia de ese fuego. Porque el fuego
se
alumbra con medida viviendo eternamente
y en la
tensión opuesta de la lira y el arco, las almas
entendiendo
su lenguaje, buscaron cuerpos nuevos.
Y la
transformación del fuego en aire, en este aire que
consume
el fuego; en esta tierra que condensa el agua;
en esta
agua con que el pasto crece,
los nuevos revivieron las prestancia,
el
orgullo, el honor de los abuelos …
Un
cinco de septiembre lo confirma .
Por una
contingencia de colores (o de blanco o de colorado),
las
fuentes redomonas estallaron.
Entre
la relatividad y el absoluto perduró la inminencia
de la
sangre difusa por las calles y el dolor enraizando
sus
banderas … sosteniendo la llama de la idea … purificando
el
alma, en un acto virtuoso y voluntario
que
volvió una estrella.
IV
Ahora
están aquí: el justo medio de los hechos,
los
goces materiales y el recuerdo: los viejos huesos
húmedos
bajo el olvido de la cruz común sobre el osario;
los
arreos inmensos; las domadas machazas; el perfume
de
pájaros y pastos; los trigales mensajes de los
campos;
el
mártir, las vigilias y los sueños que coros de guitarras
agigantan
mientras danzan graciosas muchachas.
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